La moralidad de la inocencia

Por: Kassandra Villaraux
‘Escribir la cárcel’ fue la charla impartida este jueves 13 de febrero en USBI, Ixtac por la activista Jackie Campbell y el Monseñor Raúl Vera.
El también conocido como ‘Obispo rojo’ va a las cárceles de Saltillo con la Pastoral Penitenciaria, cuyo objetivo es llevar la palabra de Dios, ya que, esta es para los últimos de la sociedad ¿Qué significa llevar la fe a las cárceles? Muchas veces es llevar libertad, es una o la última esperanza, es ayudar a conservar la dignidad; cárcel no es igual a culpable y no es igual a criminal ¿Por qué? Porque las personas privadas de su libertad pueden ser inocentes, estar en proceso, en juicio o ser culpables, etapas previas a la ejecución de la sentencia.
Esta respuesta resonó especialmente a Jackie quien hace talleres de literatura en las cárceles, ella convive con estas personas y entiende la importancia de soltar esta moralidad de la inocencia y el dejar de juzgarlas; porque las PPL ya fueron juzgadas, ya la ley pasó por ellas y el seguirlas juzgando tras ese proceso no los acerca a la reinserción social. La rabia tras la tortura y el abuso de las autoridades los aleja de la reinserción, cabe recordar los Principios básicos para el tratamiento de reclusos de las Naciones Unidas, aprobados por la Asamblea General en su resolución 45/111 el 14 de diciembre de 1990: ‘Todos los reclusos serán tratados con el respeto que merecen su dignidad y valor inherentes de seres humanos’.
Jackie Campbell periodista y activista inicia la charla con una pregunta ¿Qué es la cárcel? Yo pensé en mi respuesta y en breves palabras la defino como: ‘La cárcel, hoy, es una herramienta más del sistema para la opresión del pueblo’.
Para la activista la cárcel es, todo lo que nos aleja de la libertad, las cárceles pueden ser mentales, son el ambiente de violencia que enfrentan las mujeres, es cada sistema que nos oprime y nos quita nuestros derechos.
Uno de los alumnos por su puño la definió como: ‘donde va la escoria de la sociedad’
Los derechos están en libertad y en el encierro, las PPL son como nosotros. Para esto uso el ejemplo de un feminicida, con sentencia de 60 años, el estudio la universidad, era una persona como cualquier otra, el siguiente feminicida podría estar junto a nosotros, podríamos estar conviviendo con él ¿Eso es escoria?
¿Dónde queda la línea de soltar la moralidad de la inocencia y del trato que hay que tener con una persona que ataca y arrebata los derechos de otra?
Entiendo la rabia que se siente hacía estas personas y muchas veces la búsqueda de justicia por mano propia, eso nos lleva a analizar este sistema cuya justicia al parecer no nos basta.
Acaso ¿El sistema no es justicia? ¿No hay justicia?
